No fue un superhéroe al uso, pero el modisto francés ya tiene su propio cómic.
Texto: Margarita Puig
Clientas, aliadas y enemigas. Como en cualquier historia de éxito, la de Dior está llena de aciertos y fracasos, de intrigas y golpes de efecto. Y este cómic da buena cuenta de todo ello.
Clientas, aliadas y enemigas. Como en cualquier historia de éxito, la de Dior está llena de aciertos y fracasos, de intrigas y golpes de efecto. Y este cómic da buena cuenta de todo ello.
Clientas, aliadas y enemigas. Como en cualquier historia de éxito, la de Dior está llena de aciertos y fracasos, de intrigas y golpes de efecto. Y este cómic da buena cuenta de todo ello.
Annie Goetzinger, una de las grandes damas de la ilustración en Francia, transforma su amor por la couture en un viaje apasionado. Con sus trazos Art Nouveau nos cambia de década y de país para instalarnos en una apacible tarde parisina, la del 12 de febrero de 1947. Abrimos las páginas de Una chica Dior…, ¡un cómic! Uno, eso sí que ha enamorado en Francia y hasta en Londres. A través de sus viñetas, visitamos el taller de la Avenue Montaigne, en uno de los barrios más bellos de París, donde un tal Christian Dior (1905-1957) prepara su primer desfile. Mientras entre bambalinas el modisto apura los últimos nervios, las celebridades habituales de la época, desde Carmel Snow a Hélène Gondon Lazareff, intentan desentrañar de dónde sale este hombre tan tímido que allí les ha convocado. Hay quien pensó que provenía de una familia de industriales normandos arruinados. Otros, y estaban en lo cierto, aseguraban que el magnate textil Marcel Boussac, el rey del algodón, era el responsable de una aventura que costó 50 millones de francos.
De todo eso toma buena nota Clara, la inexperta periodista enviada por la revista Le Jardin des Modes, que pronto queda atrapada en el universo Dior y su soplo de feminidad. El mundo acababa de salir de la oscuridad de la guerra y, con un desfile teatral, protagonizado por tejidos kilométricos, hombros redondeados y cinturas de avispa, el maestro dio un volantazo definitivo a la industria. Con la propuesta que tituló Corolle, se sacudió para siempre el terror de los recientes uniformes e instituyó uno de los emblemas de la moda más rentables y duraderos. La recuperación del lujo y del exceso tras la Segunda Guerra Mundial y la de un sector tan desconocido como extraordinario es lo que Goetzinger dibuja en un libro que ha entusiasmado a la marca y a sus fieles seguidores. Una chica Dior (Norma Editorial) es, pues, mucho más que un cómic y una biografía. Y rescata los nombres en la sombra del mito. Desde la infatigable Marguerite Carré, la dama costura, que transforma los dibujos en vestidos o su mano derecha, Raymonde Zehnacker, hasta su musa Mitzah Bricard o Suzanne Luling, la experta en moda que también formó parte del quinteto capitaneado por Dior. Monsieur Dior.
*FOTOS: NORMA EDITORIAL
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