Las piezas de la colección germanoamericana creada por Arthur Walther sientan las bases del retrato moderno. Por Cristina Frigola
El coleccionista Arthur Walther posa con parte de sus fondos.
Si un género artístico ha indagado de forma profunda en el tema de la identidad, ese ha sido, sin duda, el retrato. La búsqueda de nuestra propia esencia, de la representación del yo a través de la fotografía. Sin embargo, su uso social puede resultar (si cabe) más interesante: el retrato como mecanismo para afirmar o enjuiciar estereotipos sociales sobre el género, la clase social y la nacionalidad.
La sala barcelonesa de la Fundación Foto Colectania acoge, hasta el 17 de febrero, la muestra Estructuras de identidad, un viaje a través de la evolución del retrato que acerca por primera vez a España los fondos de la prestigiosa fundación The Walther Collection. La exposición nos invita a reflexionar con 200 retratos de diversas culturas, que van desde el arranque de la fotografía, hacia 1840, hasta la actualidad. “La colección habla de los diversos tipos de yo y de que no existe un auténtico yo estático. En esta exhibición tratamos el tema de forma cronológica para mostrar que la autorrepresentación está cambiando. Ahora nos sentimos más libres para tratar temas de sexo, género y raza”, explica Artur Walther, fundador de la colección.
Antiguo socio del banco americano Goldman Sachs, el coleccionista alemán es una de las personalidades más relevantes de la escena internacional de la fotografía. Su fascinación por el mundo africano y el asiático se ve claramente reflejada en la selección de obras, que hace hincapié en el trabajo de artistas de zonas geográficas poco representadas en este tipo de exposiciones. “No queríamos mirar la fotografía desde el punto de vista occidental, sino hacer lo contrario: poner el foco en las regiones y áreas en las que no se habían hecho muestras”, explica Pepe Font de Mora, director de la Fundación Foto Colectania.
De los arquetipos de la Alemania de principios del siglo XX de August Sander a los peinados femeninos de J.D.’Okhai Ojeikere en Nigeria; de los retratos políticos del estadounidense Richard Avedon a la impactante serie de autorretratos del chino Zhang Huan, el resultado es una amalgama en la que las fotografías africana, china y japonesa comparten protagonismo con el trabajo reconocido de Avedon, Sander o Seydou Keita, entre otros, y en la que daguerrotipos, álbumes familiares y retratos de delincuentes sientan las bases del retrato moderno.
Walther logra crear un diálogo entre fotógrafos de diversas culturas a través de la historia, contextualizar sus trabajos y explorar la fotografía más allá de los límites convencionales, temporales, culturales y geográficos. “No veo las fotografías como obras individuales. Lo más significativo de mi colección es la hermandad que hay entre ellas: la cohesión y el enfoque que les damos al presentarlas en exposiciones y publicaciones”, apunta.
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