El francés, Olivier Assayas, uno de los cineastas más reflexivos de la posmodernidad, no se está quieto. Rueda ya su próxima película, ‘Wasp Network’ y estrena ‘Non-Fiction’, una comedia coral sobre la era digital. Por Philipp Engel
LLEVA DESDE MITAD de los ochenta instalado en la vanguardia del cine mundial. Como dice el también francés Vincent Macaigne, que da vida al atribulado escritor de Non-Fiction (2018), “Olivier es el más internacional de nuestros realizadores”. Lo último, recordarás, fue Personal Shopper (2016), que no era tanto una inmersión en el mundo de la moda parisina como, entre otras cosas, una deconstrucción del mito Kristen Stewart (la mujer, la actriz y la estrella): “Sí –admite–, fui muy feliz trabajando con ella en Sils Maria. Pero no la conocía, y durante el rodaje me di cuenta de que no solo es una actriz fascinante, sino también una persona fascinante. Así que quise hacer una película solo para ella, jugando con su deseo constante de reinventarse y de renovar su imagen”.
Del proyecto siguiente, Wasp Network, basada en el caso de los agentes cubanos infiltrados en Estados Unidos, no suelta prenda. Aunque seguirá previsiblemente la senda de Carlos (2010), su tríptico –la considera “una película en tres partes”– sobre Ilich Ramírez, el célebre terrorista venezolano de los setenta. Para empezar, cuenta con el mismo protagonista, Edgar Ramírez, además de Penélope Cruz, Gael García Bernal, Ana de Armas, y dos narcos: Pedro Bascal y Wagner Moura. Pero las series, pese a ganar el Globo de Oro a la mejor por Carlos, no son lo suyo. Y, de hecho, el personaje de Juliette Binoche las ridiculiza en Non-Fiction; Assayas se reafirma: “Sé que ahí está el dinero. Me proponen regularmente hacer alguna, pero no me interesan. Tan solo me pregunto: ¿qué significa hacer cine en la era de las series?”.
Una respuesta puede ser su última cinta, donde reincide en el tema de la autoficción tras la adaptación de la novela de Delphine de Vigan, Basada en hechos reales, que dirigió a cuatro manos con Roman Polanski. El tono, sin embargo, es muy distinto. Si en aquella se centraba en una fan que vampirizaba a su escritora favorita, ahora presenta una comedia muy hablada, que gira en torno a dos parejas cruzadas –también están Guillaume Canet y la cómica Nora Hamzawi–, en aquel momento, ya casi remoto, en el que los editores veían venir al lobo del eBook. “La digitalización del mundo –recuerda Assayas– es un proceso en el que llevamos veinte años inmersos. Primero fue el sonido, en la música como en el cine, que se ha reinventado en clave digital. Y todo esto nos ha transformado. Ya no miramos de la misma manera. Las formas de aprendizaje, de diálogo, de intercambio de ideas, se han revolucionado con la digitalización. Si queremos hablar del ser humano hoy en día, el tema es casi inevitable. Cada personaje del filme defiende su punto de vista, y yo puedo estar de acuerdo con todos, o con ninguno. He querido hacer una película de ideas con una ligereza y un humor que le debe mucho a Éric Rohmer, dejando muchas preguntas abiertas, para que el espectador participe”. No es mal modelo; ni vana la ambición.
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