Testamentos literarios y novedades esperadísimas, ‘thrillers’ sobre el tiempo y la culpa, experimentos narrativos, segundas partes que esta vez son buenas, y homenajes ilustrados; ¿cuál es el tuyo?
ARTE Y ENSAYOS
Por Leticia García
“Un ensayista es un bombero. Cuando todos huyen de las llamas, él debe adentrarse en ellas”, comentaba Franzen en una entrevista reciente. Él, quizá el novelista estadounidense más aclamado de la actualidad (con permiso de su amigo, el malogrado Foster Wallace), lleva un par de años demostrando ser también un sobresaliente analista social. Para muestra, ‘El fin del fin de la tierra’
(Salamandra), una compilación de textos que versan sobre varias temáticas flagrantes: de Donald Trump al deshielo de la Antártida, de la situación en América Central a la extinción de las aves. Siempre, eso sí, aplicando la ‘fórmula Franzen’, esa mezcla de descripción rigurosa y fina ironía que impregna todo lo que escribe.
Kate Millett
Viaje al manicomio (Seix Barral)
Cuando murió en 2017, la prensa recuperó la figura de Kate Millet, la ensayista que dio forma a la segunda ola del feminismo con su libro ‘Política Sexual’. Lo que no sabíamos es que, mientras daba conferencias por medio mundo, MIllet sufría en silencio un trastorno maníaco depresivo que la llevó a internarse en varias ocasiones. Ella misma lo cuenta en este volumen, en el que habla sin tapujos del caballo de Troya de la sociedad moderna: la salud mental. L.G.
C.H. Sisson
Christopher Homm (Alba)
Poeta y funcionario del gobierno británico, escribió solo dos novelas, hoy olvidadas. Fue un irreductible ‘tory’ de la vieja escuela, aunque de gran sensibilidad social. Aquí narra, con viveza e incisividad, la vida de un obrero, pero no es la peripecia argumental lo más interesante, sino su propuesta narrativa, que relata esa vida en orden inverso: desde su muerte hacía el nacimiento. Una decisión que tiene que ver con una mirada crítica todavía potente y válida. Andrés Rubín de Celis
Haruki Murakami
La muerte del comendador. Libro 2 (Tusquets)
La primera parte de ‘La muerte del comendador’ terminó como una buena serie de Netflix: dejándonos con las ganas de más. La continuación ya está aquí, y con ella, las respuestas que quedaron en el aire en esta alambicada trama de ‘suspense’. Desapariciones misteriosas, objetos engañosos, paisajes sombríos, cuadros arcanos y música de ópera son las piezas de este adictivo puzle. Miguel Ángel Bargueño
Ray Loriga
Sábado, domingo (Alfaguara)
Para alguien que admira tanto a Marguerite Duras o a Cormac McCarthy como a Robert Bresson o a Akira Kurosawa –y ha trabajado con Saura y Almodóvar– es fácil (un decir) escribir una novela que se lee como se disfruta de una película en una sala oscura. Dos historias que se encuentran para traer de vuelta el pasado en una suerte de juicio final dominical del que solo se puede salir con mal. A.RdC.
DE CULTO. A LOS PIES DE WES
Ya quisieran Luca Guadagnino o Chrisptopher Nolan tener la mitad de la influencia de Wes Anderson, con sus trajes de pana y sus suéters de cuello pico; sus colores saturados y su personal mezcla de naíf e intelectual. Basta un fotograma –o, en este caso, una ilustración como las de Nuria Díaz– para confirmar que nos adentramos en su universo como quien entra en un hotel. Ya sea el Gran Hotel Budapest o el Chevalier.
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