¿Son las copas menstruales un avance o un retroceso?, ¿debería existir baja laboral por el periodo? Lo que era un tabú entra de lleno en el debate social.
La artista Rupi Kaur fue censurada en Facebook por esta foto de su serie 'Period'. Foto: Rupi Kaur.
En un anuncio de compresas puede haber nubes, playas, bicicletas, piscinas, montañas, coreografías y casi cualquier cosa menos una: sangre. La publicidad ha institucionalizado gran parte de los tabúes en torno a la regla, evitando imágenes de lavabos y palabras malsonantes ¿Alguna mujer menstrúa ese líquido ligero y azul pitufo de los anuncios?
En ese contexto, la reciente moción de la CUP de Manresa hizo estallar algo. Se trataba de regular la información que reciben los jóvenes sobre métodos de recogida del sangrado, y puso la regla en el centro del debate público. ¿Deben las instituciones asegurarse de que se instruye a las chicas sobre métodos alternativos, como el sangrado libre y las esponjas marinas? Según la concejala de la CUP de la ciudad del Bages e impulsora de la iniciativa, Gemma Tomàs, sí. “Es una mejora de la sociedad y la vida de las personas, y siempre que hablamos de eso, hablamos de política”.
Para Tomàs, el revuelo despertado por la moción (que finalmente se aprobó con una enmienda de CDC y ERC) demuestra que la menstruación sigue siendo un tema tabú para la sociedad. “Que una moción tan simple, que pedía que se informara, haya desencadenado tal escándalo en redes sociales y medios de comunicación lo demuestra. Si no, hubiera pasado como cualquier otra moción”. La concejala achaca al “desconocimiento, el tabú y la falta de voluntad política” que no saliera adelante su propuesta. Tomàs, ferviente defensora de la copa menstrual, asegura que este método le ha dado libertad como mujer, ya que no tiene que estar pendiente de llevar compresas o tampones en el bolso. “Para mí es más cómodo y en ningún caso supone volver hacia atrás. A medida que la he usado, he visto cómo era mi sangre y ahora ya no me da asco y no me siento sucia cada vez que tengo la regla”, asegura.
El uso de copas menstruales, que en Occidente puede quedarse en el debate de la comodidad, llega a revolucionar la vida de chicas en países sin recursos, donde no tienen acceso a otros productos higiénicos. Según explican en su página web las promotoras de Ruby Cup, una empresa social danesa de copas menstruales ganadora de varios premios de emprendimiento solidario, muchas niñas de Kenia pierden hasta un 20% de su escolarización cada año por la regla, ya que dejan de ir a la escuela por miedo a manchar su ropa durante el periodo. En su primer viaje a Kenia en 2011, las creadoras de Ruby Cup quedaron horrorizadas al conocer la proporción de ingresos que una familia destinaba a la compra de productos sanitarios (si podían permitirse ese lujo), e “impactadas por las alternativas que las mujeres se ven obligadas a encontrar: sábanas, trapos, barro, cortezas o trozos de colchón”. Tras esa experiencia, parte del equipo se instaló en Kenia, donde imparten talleres para explicar los ciclos menstruales.
El tabú de la regla
Pero el desconocimiento no afecta solo al tercer mundo. La responsable de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva de la Generalitat en la zona metropolitana norte (que cubre las comarcas del norte de Barcelona), Gemma Salguera, que coordina talleres de sexualidad en colegios, asegura que muchas niñas “todavía no saben qué es la regla porque nadie se lo ha explicado”. “Se extrañan de no tenerla cada 28 días, de la textura… Apenas la conocen”, por lo que para ella queda claro que “todavía es un tabú”. Cree que la educación sexual debe mejorarse “empezando desde P3, igual que se tratan temas como la alimentación o el ejercicio”. Salguera considera positivo el impacto que ha tenido la moción de la CUP porque ha recordado que la educación sexual en las escuelas tiene que ser impartida por profesionales de la salud o profesores, “y nunca por las empresas privadas” que comercializan los productos de higiene femenina.
La trabajadora social y antropóloga Marta Pérez, encargada de los talleres de educación sexual en escuelas del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad, coincide en que las jóvenes tienen un conocimiento muy escaso de su cuerpo. “Lo ven como algo sucio y que les incomoda, como consecuencia de una herencia cultural que lo ha tratado como algo negativo”. Como preparación de los talleres, los alumnos deben rellenar un cuestionario anónimo previo con los temas que les gustaría tratar en el curso, y la menstruación no suele ser uno de ellos. “Está poco aceptado y les da más reparo abordar esto que el sexo. Hablar de tener relaciones con la regla, por ejemplo, les parece una barbaridad”. Pérez asegura que los métodos alternativos como copas menstruales y esponjas marinas “realmente son secundarios en los talleres porque es más urgente explicar cosas más básicas”, y alerta de la cantidad de alumnas de tercero y cuarto de la ESO que no saben usar tampones. “Aun tratamos mitos como que no se pueden duchar durante la regla o que no hay riesgo de embarazo en esos días”.
En los talleres que coordina la Generalitat estos métodos alternativos no se tratan si las chicas no preguntan por ellos, y en ese caso se informa sobre copas menstruales, compresas de tela en casos de alergia e incluso del sangrado libre, que consiste en ir al baño y dejar salir la sangre cuando se siente la necesidad. En este método, uno de los más alternativos, hay quien ve una conexión profunda con el cuerpo y un retorno a lo natural, pero también un riesgo de que se rechacen los avances médicos, en la línea de los debates a favor y en contra de la vacunación infantil, de los fármacos anticonceptivos o del parto hospitalario. “No tiene porque considerarse que son métodos que implican un retroceso, se supone que si alguien los escoge es porque va con su estilo de vida”, apunta Salguera. Las esponjas marinas no se tratan en ninguno de los casos porque, según Salguera, todavía no hay estudios científicos que las avalen.
Sangrado libre
Para Tomàs, la concejala de la CUP, el sangrado libre es “el método estrella, aunque muy difícil de controlar”. Detalla que se tiene que empezar a trabajar desde los nueve años para aprender a tener “consciencia de la musculatura del suelo pélvico”, y así poder controlar la entrada y salida de la menstruación. Según ella, permite tener “relaciones sexuales más placenteras” y hasta contener la orina más adelante.
La periodista y codirectora del Master de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Isabel Muntané lamenta que la moción haya servido para abrir un debate innecesario. “Se está instrumentalizando y algunos lo utilizan para atacar a adversarios políticos. Las mujeres y sus cuerpos están volviendo a ser un arma política para unos intereses que no tienen nada que ver con nosotras”. Para Muntané, quienes comparan métodos como la copa menstrual y la esponja marina con corrientes que rechazan los avances están sacando el tema de contexto y criminalizando opciones. “Se está abriendo un debate político en el que parece que todo el mundo puede opinar sobre lo que tenemos que hacer las mujeres. ¿Es que no somos suficiente sujetos para decidir nosotras qué queremos hacer con nuestro cuerpo?”.
Muntané también se muestra contraria a la reciente iniciativa de la empresa británica Coexist para dar días de baja a las mujeres que tengan molestias por la menstruación. “No hay que tipificar a la menstruación como una enfermedad. Sería medicalizar un proceso natural del cuerpo e iría en contra de las mujeres, de su contratación y promoción laboral.” Aunque en Europa son una rara avis, este tipo de permisos están arraigados desde hace años en varios países asiáticos. Japón, por ejemplo, contempla las ‘bajas menstruales’ desde 1947, cuando una ley estableció que cualquier mujer con dolores menstruales intensos podía disfrutar de un seirikyuuka (literalmente, ‘permiso fisiológico’). En Taiwan, la Ley de igualdad de género de 2013 establece la posibilidad de coger tres días al año de baja por menstruación. Las indonesias pueden coger dos días al mes por el mismo motivo. Sin embargo, según explica Emily Matchar, autora de ‘Homeward Bound: The New Cult of Domesticity’, en un artículo en ‘The Atlantic’, estas leyes parten de la dudosa creencia de que las mujeres que no descansan durante su menstruación tienen dificultades para parir, tratándolas solo en base a su potencial como madres y no como empleadas valiosas. Matchar se suele mostrar crítica con las nuevas corrientes feministas que abogan por el biologicismo y que insisten en la lactancia y el vínculo sagrado de la maternidad.
Para la diputada de Ciutadans en el Parlament Sonia Sierra, “en la sociedad, en general”, la regla no es un tabú, aunque todavía lo sea en otras culturas, y “cada mujer es libre de vivir su menstruación como desee y utilizar lo que crea más conveniente para su cuerpo según su manera de pensar”. En su opinión, temas como la brecha salarial, los techos de cristal y que las chicas no opten más por carreras técnicas son “mucho más importante con respecto a la desigualdad”.
Artículo anterior
Artículo siguiente