La superproducción es un desastre para la moda. Lo dice el director del Palais Galliera.
Por Carles Gámez
El destino de Olivier Saillard (Pontarlier, 1967) estaba marcado por los figurines que veía en revistas como Marie Claire y Le Jardin des Modes. Rodeado de un universo familiar de acento femenino, siendo niño realizó su propio magazín de moda, Le grand couturier. Desde su puesto de director del Palais Galliera de París, su erudición ha dado solidez a un universo como el de la moda, señalado muy a menudo por sus fuegos fatuos y los golpes de efecto. En 2017 la programación del Palais Galliera estará señalada por una saison espagnole protagonizada por Cristóbal Balenciaga y Mariano Fortuny. “El primero será el punto de enlace de las exposiciones. Él es el modisto de todos los modistos”.
¿Qué le dice hoy en día la palabra lujo?
La asocio a los primeros años del siglo XXI. Creo que el lujo es lo raro, y lo raro no tiene por qué ser forzosamente caro.
Qué función debe tener la Alta Costura en el siglo XXI?
Para la mujer debería ser un poco como el traje a medida del hombre, es decir, un vestido que se convierte en un modelo que no pasa de moda, un clásico de su guardarropa, como un sillón diseñado por Jean Prouvé, que aunque sea una reedición, siempre es un diseño de Prouvé. Para mí, una chaqueta o un abrigo de Azzedine Alaïa son la expresión de la Alta Costura.
¿La llamada fast fashion ha democratizado la moda?
Sí, la moda es más democrática gracias al precio de marcas como H&M y Zara, pero para mí, lo que es más democrático es la misma idea de la moda. No importa si una persona viste con piezas caras o no para que eso interfiera en nuestra opinión sobre ella. El dueño de una empresa puede llevar zapatillas de deporte, una mujer elegante puede ir mal vestida, cada uno puede hacerse su guardarropa con pocos o grandes recursos y esto no será
Como historiador, Saillard tiene mucho que decir sobre cómo nos vestiremos en el futuro. “Cada vez más el traje, el vestido, es una fina segunda piel. El cuerpo, no importa que sea delgado, gordo, musculado o tatuado, se ha convertido en el protagonista de la moda, antes lo era el vestido”, opina. No cree sin embargo que estos sean los mejores tiempos para los grandes estilos: “Haría falta un cierto reposo. También ocurre en otras disciplinas. En Francia salen cada semana una decena de películas, tenemos las rentrées literarias cada seis meses, en
la danza igual, en el teatro…
La moda solo es un pequeño ejemplo de este fenómeno epidérmico e histérico, que a fuerza de producir mucho, acaba por producir malas ideas que no nos dejan ver las buenas, que también las hay. Por culpa de esta superproducción, la moda no está ganando en calidad estilística. Todo lo contrario.
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