El verano empieza, la vida se aligera y empezamos a soñar con los ojos abiertos.
con bikini de MIU MIU y pantalones de BALENCIAGA. La piel está protegida del sol con Sun Milk Water Lovers, de Biotherm
Fotos: Henrik Purienne
Estilismo: Enrique Campos
Henrick Purienne (Worcester, 1977) es un hedonista. Le gusta la vida. Llegar a su casa, escondida debajo de la colina de Hollywood, es una sorpresa. Allí uno puede encontrarse a la top model mejor pagada de L.A. o a dos dj’s suizas recién salidas del mundo de la noche. Y no están allí, como podría suponerse, por razones profesionales, sino porque esa casa de tres plantas construida en 1930 es uno de los sitios más divertidos de la ciudad, y eso es mucho decir en Los Ángeles. Nuestro equipo se prepara para vivir una experiencia pre Internet. Nos encontramos a un fotógrafo que aún trabaja con película, con todo lo que ello implica: la modelo no ve el resultado de inmediato y se disfruta del factor sorpresa hasta el revelado del trabajo.
La casa de Purienne es diáfana, la luz entra y sale en completa libertad. La modelo ha interrumpido su fiesta en Coachella para hacer estas fotos –y, por supuesto, está deseando volver al festival–. Afortunadamente, Purienne la conquista. Su capacidad de seducción ha convertido la piscina de su casa en el punto de encuentro de Hollywood y a la revista Mirage –“una publicación que no depende de los anunciantes, ergo la imagen y los contenidos están en manos de los artistas”–, en un refugio donde conviven con naturalidad talentos como Matteo Montarini y Quentin de Brey. De su fotografía se ha dicho que inaugura un nuevo género que algunos llaman el neo Playboy…
F&A.: ¿Qué es una mujer desnuda para ti, arte o biología?
Henrick Purienne: Ni una cosa ni la otra. Es sobre todo un sentimiento, un estado de ánimo.
F&A: ¿Cuándo tomaste por primera vez una foto?
H.P..: Extraoficialmente, cuando tenía 6 años era el fotógrafo del barrio. Veinte años más tarde volví a la fotografía cuando acabé desilusionado con la industria sudafricana de cine y televisión. (Se dice que su primera cámara “la tomó prestada de la bolsa de uno de sus tíos ricos”, otra versión cuenta que su primera BetaMax la descubrió en la casa de su mejor amigo, pero Purienne siempre tendrá una renovada -y sarcástica- versión de este momento de su vida).
F&A: Una de tus virtudes es hacer parecer sexys a chicas que ignoran que lo son. ¿Qué sabes tú acerca de las mujeres que ellas desconocen sobre sí mismas?
H.P. Yo sé adónde pueden llegar y en quién se pueden convertir, pero ellas con frecuencia ni lo imaginan, muchas veces se dan cuenta cuando ya es demasiado tarde.
F&A: Hay quien dice que en todo tu trabajo hay una luz de nostalgia por los tiempos en los que la mujer era tratada como un objeto. ¿Qué opinas?
H.P: (Sarcástico) ¿Te refieres a que mis fotos son una visión futurista de la mujer poderosa? Yo solo documento lo que veo. Las mujeres están ahí.
F&A: ¿Dirías que Internet, Instagram y otras ‘apps’ han cambiado el modo en que trabajan los fotógrafos hoy en día? ¿Te parece que es un cambio para bien o para mal?
H.P.: “Our little group has always been and always will until the end” (Purienne canturrea este verso de la canción ‘Smells like Teen Spirit’ de Nirvana como toda respuesta. “Nuestro pequeño grupo siempre ha sido y siempre será hasta el final”).
F&A: ¿Encuadrarías tu obra en un género que se llamara, por ejemplo, fotografía afrodisíaca?
H.P.: Los hombres siempre hemos sido adictos a la belleza.
F&A: ¿En tu decisión de convertirte en un fotógrafo tuvo algo que ver la posibilidad de rodearte siempre de chicas guapas?
H.P.: LOL (me muero de la risa).
F&A: ¿Qué piensas cuando te definen como un fotógrafo hedonista?
H.P.: En que hago lo que quiero y cuando quiero.
F&A.: ¿Qué suele inspirarte?
H.P. Los sueños, las memorias casi olvidadas, las habitaciones oscuras y las luces brillantes.
F&A.: ¿En qué estás trabajando ahora?
H.P.: En el diseño de un pequeño planeta.
“Los Ángeles hace parecer auténtico al resto de California” Jonathan Culler
“El día era espléndido, y le pareció que una larga zambullida podría permitirle alargar y celebrar su belleza” John Cheever, “El nadador” (1964)
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